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A XVII años de la Masacre de Acteal insistimos en Justicia y Verdad

logo_documentosCentro de Derechos Humanos

Fray Bartolomé de Las Casas, A.C.

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas A 22 de diciembre de 2014

Boletín No. 31

A XVII años de la Masacre de Acteal insistimos en Justicia y Verdad

  • Instancias del Gobierno mexicano confirmaron su fracaso para esclarecer los hechos y consumaron la impunidad
  • Sobrevivientes de la Masacre de Acteal fortalecen su autonomía como camino de otra justicia

Este año 2014 se cumplió un ciclo de aniversarios trascendentes en el largo peregrinar de los pueblos originarios de Chiapas en búsqueda de verdad y justicia; de tal manera, recordamos que:

  • Hace 40 años, en 1974, en la Ciudad de San Cristóbal de Las Casas, se celebró el Congreso Indígena que reunió a miles de personas de los principales pueblos originarios de Chiapas. En distintas lenguas se compartieron testimonios en un espacio que sintetizó la demanda unánime de justicia y dignidad. Desde entonces los Pueblos señalaron a las distintas autoridades la importancia de escuchar el dolor que el corazón indígena hacia florecer en una nueva esperanza.
  • Hace 25 años, en 1989, nuestro querido jTatik Samuel Ruiz García junto a varias personas colaboradoras hicieron nacer el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, AC; en respuesta a la demanda de los Pueblos de contar con un espacio necesario para encauzar la exigencia de reivindicación de sus derechos. Así se fue formando este Centro que transitó de ser una oficina para los Pueblos a ser un espacio de los Pueblos indígenas asumiendo el papel histórico, resultado de un proceso liberador, de ser sujeto de su propia historia.
  • Hace 22 años, en 1992, frente al injusto encarcelamiento de cinco personas, comunidades tsotsiles de la zona Altos de Chiapas se organizaron ante las injusticias de las que eran y siguen siendo víctimas; así decidieron agruparse como sociedad civil bajo el nombre de Las Abejas, organización conformada en un principio por 200 personas de 8 comunidades, todas de Chenalhó.
  • Hace 20 años también, en 1994, hizo su aparición pública el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas; desde entonces enarbolaron demandas justas que a la luz del contexto actual, son compartidas por miles de mexicanos que padecen las mismas condiciones de violencia estructural denunciadas en el más diverso espacio de la escala internacional.
  • Hace 17 años, desde esta misma tierra sagrada fuimos testigos de la Masacre de Acteal  que laceró a la humanidad y permanece en la conciencia colectiva; crimen que sucedió en el marco de un proceso de simulado diálogo en donde el gobierno federal reiteró su nulo compromiso de atender por la vía pacifica las añejas demandas que se habían confirmado en los accidentados diálogos de San Andrés Larrainzar. Por ello, nuestra memoria insiste que en un día como hoy en el campamento de desplazados “Los Naranjos” ubicado en el poblado de Acteal, municipio de Chenalhó, mientras integrantes de la Organización de la Sociedad Civil Las Abejas realizaban una jornada de oración y ayuno por la Paz, un grupo paramilitar del Partido Revolucionario Institucional (PRI) les atacó con armas de uso exclusivo del Ejército mexicano ejecutando a 45 indígenas tsotsiles y cuatro que aún no habían nacido (19 mujeres, 14 niñas, cuatro niños y ocho hombres), resultando además 26 personas lesionadas.

Ayer, como hoy, somos testigos de una serie de acciones impulsadas desde el Estado Mexicano que van desde el exterminio, perpetrado por grupos paramilitares, hasta la compra de voluntades a través de regalías gubernamentales como parte de la continuada estrategia contrainsurgente en Chiapas, para “atender” los reclamos de un proceso de liberación que tiene como protagonista a los Pueblos que defienden sus derechos.

Y en particular, a XVII años de perpetrada la Masacre de Acteal, el gobierno mexicano ha dado cuenta de la simulada procuración de justicia operada a través de instancias como la Procuraduría General de la República (PGR), la Unidad Especializada para la Investigación de Presuntos Grupos Civiles Armados y de la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Cometidos en el Poblado de Acteal; todas estás dependencias, al igual que los intentos fallidos de Comisiones de la Verdad creadas para esclarecer los crímenes de la guerra sucia en México y la masacre de Tlatelolco, han sido montajes para encubrir la responsabilidad de un Estado esquizófrenico que ve en los ciudadanos que protestan a “peligrosos criminales” tal como lo reafirman las recientes declaraciones de Secretario de la Marina y las fichas informativas del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) en torno a las personas defensoras1 de Derechos Humanos que acompañan a nuestras hermanas/os de Ayotzinapa, Guerrero.

Otro actor que confirmó la verdad de  Acteal como un crimen de Estado a encubrir es la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) quien, a la fecha, ha ordenado la liberación de 73 personas identificadas como responsables, varios de ellos personas confesas que tenían sentencias por los delitos de homicidio, lesiones calificadas y portación de armas de uso exclusivo de las fuerzas armadas.

Para la Suprema Corte no hay culpables. Optó pronunciarse sobre la forma de las faltas al debido proceso, sin calcular la dimensión histórica por la que recientemente el Tribunal Permanente de los Pueblos sentenció al Estado Mexicano: “Por incumplimiento de sus obligaciones de investigar y sancionar los mentados crímenes de lesa humanidad, y de reparar sus consecuencias, y en particular de la violación del derecho a la tutela judicial efectiva y de los derechos reconocidos internacionalmente a las víctimas de dichos crímenes, y por haber consolidado un escenario de impunidad generalizada”. Prefirió legalizar la injusticia y profundizar la crisis de derechos humanos sellando con impunidad delitos de lesa humanidad como las ejecuciones extrajudiciales, desaparición y desplazamiento forzado que antecedieron en el contexto2 de la Masacre de Acteal.

Con tan poca habilidad, la SCJN decidió apostar al olvido en un momento de la historia de este país en el cual la memoria vive e insiste en Verdad y Justicia para quienes sumamos en Ayotzinapa el renacer de nuestras personas asesinadas, desaparecidas, presas, desplazadas. Decidió terminar con la poca confianza de quienes son víctimas de violaciones a Derechos Humanos y delitos que aún acuden a los tribunales internos, dejando el paso libre a las acciones políticas y pacíficas de la sociedad civil organizada que acude cada vez más a instancias formales y llama a la solidaridad internacional para evidenciar la cómplice negligencia institucional en México.

Así, mientras los Ministros omiten ordenar que se investigue la negligente actuación de la PGR en los procedimientos judiciales, sugerir acaso que se conforme una entidad para el esclarecimiento de los hechos perpetrados, que se repare el daño urgiendo atender condiciones de no repetición a fin de evitar que ocurra otra tragedia en el frágil tejido comunitario que impone la impunidad; los pueblos por su parte confirman el vacío de Estado, ensayan alternativas de justicia, asumen su propio gobierno, consolidan autonomía y se encuentran al lado de miles que construyen paz con justicia y dignidad.

Mientras ello ocurre, desde este Centro de Derechos Humanos aportamos estos nuevos elementos para fortalecer la resolución de fondo que se tramita, en su etapa final, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), bajo el “Caso 12.790 Manuel Santiz Culebra y Otros”, relativo a la Masacre de Acteal, que confirmará la responsabilidad del Estado Mexicano por acción y omisión reiterada en el esclarecimiento de este crimen de lesa humanidad.

Hoy, como ayer, a la luz de la Memoria nos sumamos a la lucha por exigencia de justicia de miles de personas que han sobrevivido a los crímenes perpetrados en Wolonchan Chiapas, Aguas Blancas en Guerrero, la masacre de Acteal, El Charco, San Fernando Tamaulipas, la Guardería ABC, los mineros de Pasta de Conchos, las personas ejecutadas en Tlatlaya y a los familiares de nuestros hermanos desaparecidos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa entre otras tantas masacres que han quedado en las sombras de la impunidad de los gobiernos.

Saludamos la articulación que celebra el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el encuentro del Primer Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías Contra el Capitalismo, haciendo un llamado a la sociedad civil nacional e internacional a participar en este camino de esperanza en defensa de la vida, la paz, la verdad y la construcción de otra justicia.

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