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Diálogo a tres voces. Del Congreso indígena del 74 a la insurgencia de los pueblos por la vida

El diálogo que presentamos forma parte de la Agenda Frayba 2024 y lo compartimos en el marco de los 35 años de caminar del Frayba. Está nutrido por el sentido, reflexión y la memoria de la historia de organización de los pueblos de Chiapas por defender la vida, destacando 3 momentos relevantes: los 50 años del Congreso Indígena de 1974, en el marco de los 100 años del nacimiento de jTatik Samuel Garcia el papel en los pueblos y comunidades desde la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, los horizontes a 30 años del surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Las tres voces que lo nutren son parte de esta historia, con miradas situadas desde la experiencia acumuladas en el caminar de los territorios y junto a los pueblos: Jorge Santiago Santiado es nacido en San Cristóbal de Las Casas, es parte del Consejo Directivo del Frayba, teólogo, parte del Pueblo Creyente y fundador de varias organizaciones entre las que se encuentra Desarrollo Económico, el Social de los mexicanos indígenas (Desmi), y CORECO, ambas en  el municipio de donde es oriundo; Mariana Hernández es originaria de Jalapa, Veracruz, antropóloga lingüista, es educadora popular, su trabajo se centra con jóvenes y es parte de la parroquia de Yabteclum y de la Organización Sociedad Civil Las Abejas de Acteal; Marisol Culej es tsotsil originaria del municipio de Huixtán, educadora popular e integrante del colectivo Anstetik ts’unum y parte del Movimiento de Mujeres por la Defensa de la Madre Tierra y el Territorio-

 

El devenir de la historia y la lucha de los pueblos y comunidades por la vida

Jorge Santiago: Estos acontecimientos son muy significativos. Para mí el hecho es que en esta historia los pueblos tienen su sentido porque se puede decir que no es la historia de personas, sino de movimientos de pueblos que han ido creciendo en este espacio. Es muy interesante ver la percepción que había de los pueblos en los años 60, que muchas veces vino de la palabra de los antropólogos que consideraban que existían comunidades cerradas y que eran pueblos que demostraban de alguna manera estados de evolución muy anteriores. Por ejemplo, se hablaba de los pueblos primitivos en lugar de originarios, se hablaban de pueblos como que fueran el pasado histórico de la humanidad.

Entonces creció la conciencia de unos pueblos a ver sus relaciones más como relaciones de explotación. Es un tiempo histórico muy importante porque fue la ruptura de las comunidades a la estructura de las fincas cafetaleras, de las fincas que eran vinculadas al maíz, al ganado, etcétera. Y que esa finca los esclavizaba, pero al abrirse las tierras nacionales y la búsqueda de estas nuevas comunidades, se creció esta conciencia de una sociedad nueva, se llamó inclusive “Éxodo”.

Mariana Hernández: La primera vez que escuché sobre la resistencia de los pueblos, fue con el levantamiento zapatista. A mí me toca como adolescente. Nosotros no conocíamos muy bien quiénes eran, pero sabíamos que la situación era grave, porque el gobierno sí quería de un sopetón acabar con esa insurgencia.

Sabía que había algo muy especial que pasaba en Chiapas, pues no era solo la resistencia de los pueblos indígenas que podemos ver, también en muchas otras partes del país, sino que aquí se conjugaba también con la fe, de que la fe tiene que hacerse obra. Y que la transformación de la injusticia se tiene que hacer de manera organizada y con la fuerza que da la fe.

Me tocó acompañar el retorno [de las personas desplazadas en Chenalhó durante los noventa] a Nuevo Yibeljoj. Ahí me identifiqué con las nuevas comunidades, se adquirió todo este terreno para que se pudieran asentar las familias Abejas[1] que se retornaban de Xoyep. Todo era bien bonito, porque se podía tratar de soñar y de imaginar lo que fuera. Estaba ya la gente organizada, habían promotores de todo, de derechos humanos, de los que participaban en la cooperativa del café, de salud, de educación.

Marisol Culej. Originariamente vengo de una comunidad, pero debido a la falta de tierras de mis padres, tuvimos que emigrar. Entonces me tocó mucha discriminación de parte de los mestizos hacia nosotros, como pueblos. Y cuando fue el levantamiento, veía cómo es que los soldados entraban en todos los rincones que hay aquí en San Cristóbal, en las montañas, en las colonias fuera de aquí del centro; y también cómo era la forma de la ayuda humanitaria que ellos traían: un sartén, una despensa, una estufa... Con mi inocencia de niña, dije, bueno, es algo bueno que nos apoyen. Pero también me tocó esa parte de las marchas por la paz. Lloviendo o como sea, íbamos porque mi mamá me llevaba.

A los ocho años me tocó convivir más con una familia mestiza, prácticamente crecía ahí con ellos. También creen en Dios, pero ellos se dedicaban más al rezo y no había esa reflexión en el sentido de cómo están nuestros pueblos. Yo me ponía como un poco a pensar en esto. Nos tocó sentir esa discriminación desde mi mamá que no encontraba trabajo. Incluso una mestiza le dijo, cuando le fue a pedir trabajo, “pinche India, ve a lavar tus hijos primero”. En el camino cuando ya conocimos más de cerca lo que es el zapatismo, fui entendiendo más del por qué esta discriminación hacia los pueblos.

Entonces [mi papá] me mandó a la comunidad. Y fue todo como que lo que yo vivía aquí dio vuelta, al llegar a una escuela diferente, donde todos veníamos de diferentes lugares. Y claro que nuestras lenguas eran diferentes, nuestras costumbres, nuestra forma de ver… Estar en una escuela autónoma me ayudó mucho a entender a las comunidades.

Fui a conocer esa otra parte que es la comunidad, la comunidad que yo no tuve en mi infancia, fui a conocer una de las resistencias de los pueblos que es la lengua. Comunicarnos entre nosotros genera más confianza. Estoy muy agradecida con el levantamiento, porque es lo que dio giro a que lo pueblos sean reconocidos, aunque ahorita se ve que de repente somos el show para el sistema.

Ahí también me formé como promotora de educación, formé mi familia. Eso me ayudó a verme como mujer rebelde, y que el querer luchar no es solo luchar para otros, sino que también luchar para mí misma. Por que, así como hay violencias de otras partes, del Estado, de la sociedad; también hay violencia en nuestras familias, nuestros alrededores. Entendí que ser rebelde te implica buscar esa lucha desde tu entorno. Fue esa parte donde ya creo que el levantamiento zapatista abrió muchas veredas. No solo es caminar para lo grande, sino caminar en lo personal también.

Nosotras como mujeres, también necesitamos ser escuchadas, sea donde sea, en cualquier lucha que sea, necesitamos nuestro espacio también con mujeres y reivindicar nuestra fuerza en nuestras luchas. Tenemos que caminar juntos, que no se confunda el zapatismo de que es una lucha de hombre.

 

El Congreso Indígena de 1974

Mariana Hernández: La primera vez que yo empecé a escuchar sobre ese Congreso que fue tan importante acá, fue cuando en los talleres con los promotores, se hacía historia sobre de dónde venían los acuerdos de San Andrés[2]. Entonces, estábamos tratando de hacer esta historia en materiales que eran para educación comunitaria. Por eso platiqué mucho con [una] hermana sobre eso, y ella me decía que lo más bonito había sido que venían los pueblos de muchos diferentes lugares con las cuatro lenguas principales que se hablan en Chiapas, y que se pudieron escuchar entre ellos por primera vez. Eran de pueblos muy diferentes, pero todos habían tenido la misma experiencia de discriminación y de explotación.

Jorge Santiago: Me tocó estar en una reunión del Congreso. Yo había empezado a trabajar en Chiapas, con las comunidades indígenas. Una de las ideas del Congreso fue que fuera un congreso no religioso, a pesar de que estaba vinculado a la diócesis.

El 74 es como recoger dos cosas: una, la estructura de los pueblos, y la otra, su dinámica de reflexión política, que era muy importante. Y entonces, el hecho de que el Congreso considerara un año de preparación también es muy importante, porque durante el año se hicieron reuniones en todas las comunidades y nombraron sus delegados. Además, pusieron los cuatro temas del Congreso y elaboraron ponencias: salud, educación, tierra y trabajo. La experiencia de hacer las ponencias fue también desde la base, no fue así que viniera alguien desde una universidad a hacerla en el estudio de la tierra, sino más bien la problemática que vivían los pueblos sobre la tierra, que era una problemática de despojo. Normalmente estaban enfrentando a los terratenientes o la represión.

Algunos tenían 30 años de lucha por la tierra y no lograban tener su registro, sus documentos, les habían engañado todo el tiempo los sistemas judiciales y todo. En ese sentido es muy interesante el documento que salió del Congreso que se llama Ixim, es decir, maíz.

Hubo una idea muy importante que no sucedió. Fue que el Congreso quería hacer una organización. Y la demanda del Congreso de tener un mercado indígena. ¿Cómo decir? Como el mercado de artesanías ahora. Es decir, estos somos nosotros y aquí lo hacemos, aquí ponemos los precios, [sin] intermediarios, nosotros somos los dueños. Y la otra era de que hubiera un departamento que dependiera de lo que fuera manejado por los indígenas. Una especie de secretaría de Agraria, que fueran funcionarios indígenas y no mestizos, porque los mestizos engañan, roban, no resuelven, no protegen, etcétera. Y este sí lo prometió el gobierno, pero no lo cumplió. Entonces, la otra cosa fue tener un periódico, y de eso creo que existieron como diez, once números de un periódico indígena en cuatro lenguas.

El post Congreso, quedó una imagen de que los pueblos tienen una voz y que es autónoma su voz. Sí me parece fuerte y todo mundo nos ha dicho así. ¿Por qué? Por esta capacidad de darle fuerza a una organización amplia. Es decir, no es una comunidad, sino son juntos.

 

jTatik Samuel Ruiz y su caminar junto a los pueblos

Marisol Culej: Lo siguen reconociendo de que fue una persona que apoyó mucho a entender, pues la lucha, de abrir ese camino de lucha. Él fue la semilla y el reconocer su memoria es como el florecer de su trabajo, y es también el empezar el crecimiento también de los pueblos.

Mariana Hernández: Realmente su posición y como él supo aprovechar esa posición clave que tenía en la Diócesis [de San Cristóbal de Las Casas] para poner eso al servicio de la organización de los pueblos, es como para mí el milagro más grande que me ha tocado atestiguar. Porque Bueno, el mismo jTatik, lo que yo he leído pues, es que tuvo una conversión aquí; y se dejó convertir por los pueblos. Se dejó tocar por la realidad que vio y no siguió actuando como todos los obispos tradicionales, que están trabajando en terrenos donde hay comunidades indígenas que, pues, viven ahí una esquizofrenia.

Como toda la práctica de organizarse por la vida y de estar también en esta reflexión de cuáles son las cosas, de dónde vienen nuestros problemas y cómo nos podemos organizar para transformarlos juntos, pues, viene de esa práctica que comenzó con la Diócesis. Yo creo que a veces se centran mucho en la figura de don Samuel. Tantas personas que están con la misma idea y con el mismo empeño, fueron los que hicieron posible en cada uno de los lugares esta práctica, no fue solo Samuel. Pero sí fue una muy digna cabeza de esto. Directamente él y los procesos que generó fueron claves para la conciencia.

Jorge Santiago: Para mí, es un ejemplo permanente. Una memoria que tengo de don Samuel. Porque su experiencia, don Samuel, es muy amplia, muy profunda, muy grande. El hecho de haber estado cuarenta años en esta diócesis siendo su titular. Y después tener todavía unos casi diez años de obispo emérito, es decir, cincuenta años en estas regiones, es muy grande.

Aprendió a respetar el proceso de construcción desde la fe de un compromiso, una relación profunda con la comunidad en búsqueda de un camino de justicia, un camino de cambio.

Muchos lo hicieron desde la salud. La enfermedad tiene causas y normalmente la inmediata puede ser algo como el agua no hervida, pero hay elementos del trabajo, de la explotación, del hambre, de no tener alimentos, de tener trabajo duro y no tener una remuneración, y encuentras que a través de la enfermedad entiendes la estructura que produce la enfermedad. Ahí se hizo mucho trabajo con Samuel en ese sentido, a través de los promotores de salud.

Actualmente a través de toda la teología de Don Samuel, es el reconocimiento de que la cultura tiene valores y que es la base de la dignidad de las personas y que la defensa de la cultura es la defensa del pueblo mismo. Esta dignidad de su ser diferente, de tener una lengua propia, de tener una concepción del universo, de tener una comunidad, de tener ancestralidad, es la fuerza del pueblo, y que no puede suprimirla, ahí está la fuerza de la posibilidad del cambio.

Don Samuel alentó que los pueblos tengan capacidad de resistir, porque el fenómeno al que se enfrentan cada vez es más peligroso, más organizado, el sistema cada vez es más agresivo, hay unas estructuras cada vez más dirigidas a la comunidad para dividir, para subyugar, para manipular los recursos de las comunidades. Viene de esta búsqueda de resistir, que es teológica también. Porque diríamos, se resiste porque hay esperanza, porque hay fe, porque hay conciencia, porque hay sentido de trascendencia, porque la vida tiene un una finalidad y porque tenemos respeto a lo que ha pasado para los antepasados y que nosotros somos parte de un movimiento que no termina con nosotros.

 

El EZLN y la autonomía zapatista a 35 años del levantamiento

Marisol Culej: El camino de lucha, el camino de compartir y aprender, pues, es seguir caminando, independientemente esté en donde esté y en lo que yo pueda servir, porque creo que ese es de las cosas que uno lo entiende estando dentro del zapatismo, pues entender la filosofía de por qué una lucha, una lucha por la vida. Porque realmente el vivir no es vivir así nomás por vivir, sino que vivir para dejar algo bueno marcado. Y también esa parte de que luchar no es solo luchar para afuera, sino que luchar desde adentro, y en cuestión de las emociones también.

Algo bonito que me enseñó el zapatismo es la diversidad de pensamiento, la diversidad de entender la vida y, pues eso, la diversidad de comunidades también que conocí y, que sigo conociendo gracias a eso y que puedo también seguir acompañando a niños.

Mariana Hernández: Nosotros nos formamos como aprendiendo qué de diferente había en la experiencia zapatista, en relación con otros tipos de movimientos armados. Y precisamente lo que fuimos aprendiendo era que tenían algo muy otro, que era esta experiencia de resistencia y que era un movimiento que reflejaba esa experiencia única, histórica de los pueblos de Chiapas, con todas las influencias que ha habido del proceso organizado que venía de la Diócesis, que venía también de tener contactos con otros movimientos de izquierda. Entonces, también nos hemos ido dando cuenta de que sí está difícil. Por ejemplo, salió la Sexta Declaración de La Selva Lacandona, había mucha esperanza de que por fin esta iniciativa de los zapatistas iba a poder agrupar a muchas distintas ideologías, personas de diferentes formaciones en este proyecto anticapitalista y de construcción desde base.

Pero lo que por lo menos yo he visto es que ha sido bien complicado eso, simplemente entendernos entre nosotros, construir juntos, ha sido diferente, y por eso tenemos que seguir aprendiendo mucho más de cómo le han hecho los pueblos acá. En referente de que sigue habiendo muchos compañeros y compañeras, luchando y poniendo sus esfuerzos a disposición de las comunidades sin buscar remuneración. Nadie la tiene fácil ni comprada, porque también en las comunidades, el auto sustento antes era mucho mayor, ahora casi todas las familias necesitan tener alguien que esté trabajando fuera. Se necesita de muchas estrategias juntas para sobrevivir, pero las familias que siguen organizadas y en la resistencia han puesto también como prioridad el poner este esfuerzo por el colectivo.

Pero lo que me quedo ahorita en el balance es que, efectivamente, he conocido compañeras y compañeros que realmente han empeñado muchos años de su vida o toda su vida en esta construcción colectiva muy coherente y que juntos han también mejorado mucho su vida. Siguen siendo un referente de lucha a nivel mundial.

Jorge Santiago: Me gustaría hablar de la raíz histórica de esto, que viene más bien como una propuesta de cambio social, de transformación de las relaciones que implica un proceso organizativo, un trabajo de disciplina, y una estrategia de lucha. Y cómo en esa estrategia de lucha, pues hay una comprensión sobre todo de dónde viene la situación de violencia o de dónde viene la represión, de dónde viene el después y cuáles son los elementos fundamentales de una búsqueda de cambio de las relaciones a nivel local, nacional e internacional. El zapatismo en cierto sentido mantiene como su propuesta la necesidad de una sociedad justa en base a la participación de cada uno, cada una.

Yo veo que lo más rico del zapatismo, que yo aprendí mucho, porque trato de aprender permanentemente, es la estrategia para mantenerse vivos. Porque muchas veces se podría ver que la única salida es el oficialismo, que la única salida es la derrota. Y el mantenerse vivos quiere decir que existe permanentemente, la posibilidad de decir, hay otro camino, y este camino es muy sencillo, porque es un camino que viene desde los pueblos, no tiene que ver con el dinero, con el poder sobre el otro, con una hegemonía, sino que tiene que ver con la pluralidad, la diversidad, la posibilidad, de cada uno y cada una, en un mundo abierto, plural, diverso, donde se respeten las diferencias y donde de alguna manera se construye colectivamente. Esto no solamente en el conocimiento, que el conocimiento es un punto clave, sino en todo lo que es la práctica. El trabajo, la educación, la salud, la alimentación, la vivienda, el hecho mismo de crear condiciones para que exista la vida.

Yo diría que es la acción permanente, y si no hay acción, no hay zapatismo, no es un pensamiento, es una práctica política, revolucionaria, histórica y concreta, es decir, no le podemos pedir al zapatismo lo que no es posible.

Normalmente creo que nos podemos ir mucho bajo la idea de la derrota, porque estamos dando pasos hacia la victoria, y la victoria es lo que nos identifica, vamos a la construcción de algo que es nuevo y que es histórico y que es transformador y que también, es desde uno mismo, no desde algo externo, sino no desde nuestra práctica.

Marisol Culej: El zapatismo ha sido como como esa ideología que abrió para que otras personas, otras comunidades, se puedan organizar. De hecho, siento que también en base al levantamiento armado, surgieron demasiadas organizaciones para apoyar a las comunidades que son zapatistas y que no son zapatistas. Bueno, la ideología de querer ayudar está bien, pero ¿ayudar desde dónde? ¿Desde qué? Porque al final algunos que sí realmente siguen ese caminar de acompañar, que no es ayudar, porque las comunidades autónomas lo dijeron un tiempo sí necesitamos acompañamiento, pero también podemos caminar por nosotros mismos, construirnos. Pero muchas cosas se fueron perdiendo en el camino, porque, aunque fue buena la ideología del inicio, mucha gente se fue más con la del dinero. Y el dinero corrompe, transforma, porque desde la conquista nos engañaron con espejo y ahora, con dinero. Pero también existe la otra parte que podemos como componer ese camino, volver a tomar algunas ideologías desde el Congreso Indígena. Porque ahorita viendo cómo estamos como sociedad, pues estamos, quebrantados, mucha delincuencia, y como si no hubiese una esperanza a la vida, pero en realidad sí existe. Todavía ahí está la semillita de la esperanza y yo creo que podemos tomarlo desde ahí y, como nos han dicho, luchar desde nuestros propios espacios, hacer, crear.

 

La lucha de los pueblos y comunidades por la vida; los retos

Mariana Hernández: Tenemos ya institucionalizada una violencia muy terrible. Por todos lados sabemos que todas las técnicas de contrainsurgencia que aplicaron en Chiapas ahorita se están actualizando con otros propósitos. Como el factor de colaboración con la delincuencia organizada y creación de mafias también en las comunidades en donde vivimos.

Estamos en una realidad bien complicada, bien difícil en donde ya no sabemos ni por dónde nos llegan. Pero también contamos con esta experiencia muy fuerte de lucha y de resistencia, de trabajo voluntario desinteresado por los pueblos y de experiencia de cómo movilizarnos juntos. También, por ejemplo, yo veo eso mucho con las Abejas, el Pueblo Creyente[3], los mismos zapatistas que cuando lo ven necesario también salen a la calle, a dar mensajes de manera colectiva.

Creo que tenemos que seguir con el aliento que nos da, pues eso, que estamos juntos en un camino que va para otro lado, para estar mejor todos. Es muy importante siempre de seguir comprendiendo de qué manera se está transformando la explotación, por qué es la violencia, de dónde vienen las causas, los orígenes. Que no sean tres los que entienden y los demás, solo lo siguen. ¿No?. O sea, como creo que hay aprendizaje muy real de esta experiencia tan única en el mundo que es lo que ha pasado aquí en Chiapas.

 

Ha habido todos los esfuerzos del mundo para corromper a las organizaciones independientes, a los zapatistas, a Las Abejas, todos, en muchos casos sí les ha resultado, o sea, no podemos decir que no, hay un debilitamiento muy fuerte, hay una división enorme. Pero creo que es importante ver el ejemplo de las organizaciones como Xinich[4], o las Abejas y otras que han resistido.

Entonces, yo creo que tenemos que seguir aprovechando las organizaciones como el Frayba. Toda la estructura que dejó Don Samuel es bien importante hoy más que nunca fortalecerla, actualizarla. Y crear otras cosas que a lo mejor ahorita todavía no existen, pero que se necesitan en la lucha de los pueblos.

Jorge Santiago: Para mí el reto es no conformarse. No conformarse, crear condiciones y aceptar que todo acto nos deja una enseñanza. Entender y estar abiertos a la globalidad es un reto porque la preferencia es quedarse aislado y encerrado en una problemática, sea personal, sea comunitaria, no vale la pena encerrarse en una organización, decir, es mi organización y es la única que tiene valor. Necesitamos abrir espacios para el diálogo.

Marisol Culej: Ahorita lo que nos mueve es un sistema donde todos queremos ser ricos. Donde todos queremos tener mucho, y estamos enfocados en nuestros propios intereses. Ya no lo pensamos y destruimos la naturaleza, vendemos la tierra, los árboles, todo.

Entonces, al final nosotros mismos nos estamos destruyendo. Creo que eso es de los retos más grandes que podemos tener como seres humanos de volver a ser humanos, porque parece que ya no somos humanos, porque ya no tenemos ch’ulel[5]. Entonces, un niño que está acá, pues todavía va construyendo su ch’ulel y va a entrar en razón y va a pensar, pero pues; si es como que entonces no pudimos desarrollar ese ch’ulel y parece que es lo que está pasando con las infancias, con las juventudes que se enfocan más en obtener dinero, en obtener algo, una ganancia de lo que existe. Yo creo que herramientas e ideas, hay muchas. Y aunque no seamos todos zapatistas, no todos somos abejas, no todos somos de la Diócesis, tenemos muchos pensamientos que podemos retomar y compartir con las nuevas generaciones.

 

[1]    La Organización Sociedad Civil de Las Abejas de Acteal, es una organización pacifista, integrada por diversas comunidades del Pueblo Tsotsil de la zona Altos de Chiapas; nació a partir de la represión del gobierno de Chiapas en 1992, cuando criminalizaron a cinco personas de la región, posteriormente y durante el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nación expresaron su coincidencia a las demandas de la insurgencia, aunque no por la vía armada. Por su papel de construcción de paz y diálogo. El 22 de diciembre de 1997 en plena contrainsurgencia, se cometió la Masacre de Acteal, 45 integrantes de Las Abejas de Acteal, en su mayoría mujeres, niñas y niños fueron victimizados por los grupos paramilitares que el gobierno formó, financió y entren en su política de contrainsurgencia. Las Abejas de Acteal, han mantenido su congruencia de su lucha en la construcción por la autonomía por la vía de la paz, es un referente en la región de lucha y resistencia.

[2]    Los Acuerdos de San Andrés de Sakamch'em de Los Pobres, es uno de los documentos de la historia reciente de México que  ha impactado en la agenda política y social, por la participación de una gran gama de actores políticos, comunitarios, académicos, de pueblos originarios que son parte de la diversidad cultural, es un ejemplo de diálogo de expresión de voluntades para la construcción de un pacto social, específicamente entre los pueblos originarios y el Estado mexicano, es un documento que representa poner en alto la palabra, el diálogo y la paz. Es el documento firmado entre el EZLN y el gobierno mexicano el 16 de febrero de 1996, días después desconocido por el Presidente de la Republica representado por Ernesto Zedillo Ponce de León que priorizó la guerra de contrainsurgencia hacia los pueblos originarios, traicionando al pueblo de México.

[3]    El Pueblo Creyente es un movimiento que es parte de la Diocesis de San Cristóbal, nace en la efervescencia social en el año 1992 su mandato es el de caminar con los hermanos y hermanas que sufren por las opresiones de los poderes que los hieren, su acción es de transformar el dolor y sufrimiento de los pueblos en lucha por sus derechos, una clave que los une es la fe en Dios, de ahí se encuentran sus corazones de mujeres y hombres para la transformación social, para encontrar los buenos caminos de la Justicia, de la Dignidad y de la Paz.

[4]    La organización Xi’nich, tiene un vínculo intrínseco con la defensa del territorio, su andar es de paso firme para la defensa de sus derechos, nacen en 1992 en el camino de dignidad hacia el centro de país para la exigencia de sus derechos colectivos que tienen como pueblos originarios, posteriormente son parte del proceso por la autonomía y la libre determinación del Congreso Nacional Indígena.

[5]   Ch’ulel, palabra maya que se refiere al espíritu, a lo que mueve, la esencia de las abuelas y abuelos, de los ancestros que sustentan el Ser, lo que habita en el cielo, en la tierra y sus entrañas y en el inframundo mismo, en la integralidad del universo.