Germán, Abraham, Adrián y Juan fueron detenidos arbitrariamente y torturados. Pusieron en riesgo su vida para romper los muros de la cárcel y lograr su libertad. Pero su lucha no terminó al salir libres. El Estado mexicano está en deuda con ellos, como con tantas miles de personas injustamente encerradas por delitos que no cometieron. Las familias que han dado su tiempo, puesto su corazón, gastado hasta su último peso para apoyarlos, también merecen una reparación integral. No basta liberar con disimulo a algunas personas víctimas de la fabricación de culpables; para alcanzar la justicia el camino es aún largo. Requiere que el Estado mexicano reconozca públicamente que los derechos fundamentales de Germán, Abraham, Adrián y Juan fueron violados; que se les de la oportunidad de reconstruir sus vidas de acuerdo a sus deseos; que tome medidas para evitar que se repitan tales injusticias.
Los Centros Estatales de Reinserción Social para Sentenciados (CERSS) de México están llenos de personas inocentes que tienen historias de vida similares a las suyas. Abrieron una grieta al sistema para generar luz, pues demostraron que la lucha y resistencia son los caminos para la libertad. Ahora siguen en pie de lucha hasta conseguir la justicia completa, hasta que se les repare integralmente el daño inconmensurable que sufrieron, así como sus familias.
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